
Allí funcionaba un negocio que expendía bebidas a todo parroquiano que concurrría al mismo.
Entre el gran colorido y artísticas letras, lo que más se destacaba y hacía más vistoso , era una botella y un elegante nombre de origen francés: "Ottard Dupuy"Por años, estuve convencido, que era el nombre del dueño de todo ése complejo comercial, hasta que un día, y quizá por mi simple inocencia, me dijeron, que Ottard Dupuy era la marca de un conocido cognac de aquellas memorables épocas, y que el propietario del local, era un señor muy bonachón: Don Dionisio Pelaye
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